Hablar de Murcia es hablar de agua, de huerta, de convivencia cultural… y de una herencia musulmana que todavía respira en cada rincón. La presencia andalusí, desde la fundación de la ciudad hasta sus sistemas de riego, dejó una huella tan profunda que aún hoy se palpa en los paisajes, en las costumbres y, ojo, hasta en los nombres de muchos pueblos.

De Madinat Mursiya a la huerta fértil

La ciudad de Murcia, conocida como Madinat Mursiya, fue fundada en el año 825 por el emir Abderramán II sobre el territorio de la cora de Tudmir. Desde ese momento, se convirtió en centro político y económico gracias a un recurso clave: el agua.
Los musulmanes diseñaron un sistema de riego que todavía sigue marcando la identidad de la huerta: acequias como la Aljufía y la Alquibla, nacidas en la Contraparada, lograron que el árido territorio se transformara en un vergel.

Señor del Biombo. La muralla arabe de Murcia.

Taifas, reinos y resistencia

Tras la fragmentación del Califato de Córdoba, Murcia se convirtió en taifa independiente en el siglo XI. El periodo más célebre llegó con Ibn Mardanis, el legendario Rey Lobo (1147-1172), que gobernó desde Murcia con palacios, murallas y alianzas estratégicas frente a almohades y cristianos.
Más tarde, tras la derrota almohade en Las Navas de Tolosa (1212), emergió Ibn Hud, que lideró una rebelión y convirtió la ciudad en capital de su propio reino. Murcia fue así uno de los últimos bastiones musulmanes antes del protectorado castellano en 1243.

Un legado arqueológico aún presente

Hoy, paseando por el centro de Murcia, es imposible no pisar esa historia. La Catedral de Murcia se levanta sobre la antigua mezquita mayor. Y el Conjunto Arqueológico de San Esteban ofrece un viaje directo a una medina del siglo XII: casas con patios, canales de agua y un sistema de alcantarillado sorprendentemente avanzado.

Toponimia con memoria árabe

Pero el legado andalusí no se limita a restos arqueológicos: vive en los nombres de los pueblos, en palabras que repetimos sin reparar en su origen. Muchos municipios de la Región de Murcia conservan topónimos de raíz árabe que cuentan historias en cada sílaba:

  • AlcantarillaAl-Qantara, “puente”. Nombre nacido del puente medieval que unía zonas clave de la huerta.

                                                                         Patio Árabe en el Casino de Murcia.

  • Alhama de MurciaAl-Hamma, “baño  termal”. Una referencia directa a sus aguas termales.
  • AlguazasAl Waza / Alhuasta, “la que está en medio”, situada entre los ríos Mula y Segura.
  • ChurraSharat, “sierra”. Alusión geográfica a su entorno natural.
  • BenielBeni Yahyá, “descendientes de Yahyá”. La marca de un clan árabe asentado en la zona.
  • Javalí Viejo / Javalí Nuevo → No tienen nada que ver con los animales. Vienen de Jep al-Ali, “tierra del monte”.

Cada nombre es una cápsula de memoria, un recordatorio de que la identidad de Murcia se forjó en el cruce de culturas.

Un patrimonio que nos habla al presente

Murcia no es solo una página del pasado. Su herencia andalusí, visible en la huerta, en la arquitectura, en la lengua y en el mapa mismo de sus pueblos, es una invitación a valorar la diversidad que nos constituye. La toponimia y las acequias son recordatorios vivos de que la historia no se borra: se transforma, se adapta y se reinventa con nosotros.